La nutricionista de la Universidad de Chile, Bernardita Daniels, lidera un esfuerzo crucial en un panorama sanitario complejo: el continuo aumento de los accidentes cerebrovasculares (o ictus). "Hace años que el ACV es la segunda causa de muerte, y de las primeras causas de discapacidad en adultos en el país", señala con preocupación la egresada de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile.
A través de la Fundación Punto Seguido -que creó en 2022 junto a su padre, el cirujano dentista y periodoncista de la U. de Chile, Francisco Daniels, y el Magíster en Educación de Ciencias de la Salud UCHILE, Christopher Chavarría-, aborda esta problemática en dos frentes: el apoyo directo a quienes han vivido un ACV y sus familias, además de un trabajo de concientización y prevención. Al día de hoy, la fundación, que es parte de la Organización Mundial del Ictus (WSO, por sus siglas en inglés), cuenta con más de 200 beneficiarios directos y ha realizado una treintena de talleres para la comunidad.
Para Bernardita, la nutrición juega un rol fundamental en la prevención. "Los factores de riesgo están asociados en gran parte a la alimentación y a los estilos de vida", explica. "Desde mi mirada profesional como nutricionista, tenemos un rol clave en la prevención de los ACVs porque entre sus principales factores de riesgo está la hipertensión arterial, colesterol alto, sobrepeso, obesidad y diabetes". “También se recomienda limitar el consumo de alcohol, el tabaquismo, evitar el sedentarismo y reducir el estrés crónico”, agrega.
Pero su labor va más allá de controlar factores de riesgo; también se enfoca en salvar vidas enseñando a reconocer los síntomas de un ACV para actuar con premura. "Por cada minuto que pasa el cerebro sin recibir oxígeno se mueren unos 2 millones de neuronas", advierte. Los tres signos principales son: parálisis facial (que se caiga un lado de la cara), pérdida de fuerza en un brazo y dificultades para hablar. "Solo con uno de ellos ya tengo más de un 70% de probabilidad de que sea un ACV. Lo que tengo que hacer es llamar a una ambulancia (131) o ir de inmediato al servicio de urgencia más cercano, porque hay una ventana de tiempo acotada de 4 a 6 horas para aplicar el tratamiento", explica.
La semilla de un propósito
La trayectoria de Bernardita es un tejido de experiencias. Desde el 2016 es profesora de la Escuela de Nutrición y Dietética de la Universidad de Chile, donde imparte actualmente cursos de organización y dirección en servicios de alimentación colectiva. Para ella, este rol es significativo. "Uno aprende mucho y para mí lo más importante es el deber ético que tenemos como docentes de formar egresados integrales, que tengan una visión integral de la salud y que puedan hacer cambios desde lo pequeño a lo grande". "Además enseñé por años en cursos de gestión en salud pública, para entender cómo funciona el sistema, qué rol tiene el nutricionista y los distintos niveles de prevención y atención", complementa.
Su camino incluyó ser ayudante de investigación en el Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos de la Universidad de Chile (INTA), nutricionista en clínicas privadas y trabajar en el programa Servicio País. Durante 2015, se desempeñó como encargada del ámbito de salud en la comuna de Freire, una experiencia que en sus palabras marcó su visión. "Trabajé con los comités de salud de los CESFAM y las postas rurales en la gestión y administración en el sistema de salud en lo local, aplicando la Ley de Participación Ciudadana". "Apliqué mucho de lo que aprendí en pregrado. “Hacer un diagnóstico de salud que sea participativo, analizar las causas de los problemas, identificarlos en conjunto con la comunidad y proponer soluciones", detalla.
Fue justo al terminar ese año, en diciembre de 2015, cuando su vida dio un vuelco: su padre tuvo un accidente cerebrovascular. Aunque su familia está compuesta por profesionales de la salud, se sintió abrumada. "Cuando uno vive un episodio tan fuerte como ese es un terremoto familiar e implica también un proceso de duelo. Mi papá sobrevivió y hoy tiene discapacidad, pero es un duelo porque él nunca más volverá a ser el mismo que antes y nosotros como familia tampoco", señala. Y añade: "Busqué en todas partes alguna institución u organización de apoyo, no tanto desde lo médico, sino para conversar con alguien que hubiera vivido lo mismo, y también por información, porque además del episodio de salud, hay un montón de trámites, burocracias, seguros y licencias que uno desconoce y que en ese momento emocionalmente uno no está en las mejores condiciones para averiguar".
Al no encontrar lo que buscaba, su idea comenzó a germinar: "Si no existe, hay que hacerla", pensó. "Lo que aprendí en la universidad me ayudó en este proceso”, reconoce. Primero se dedicó a apoyar la rehabilitación de su padre y luego estudió el Magíster en Administración de Salud en la Universidad Católica de Chile. "Si bien la fundación nace por una experiencia personal, me dije que no podía quedarme solo con eso. Entonces hicimos un trabajo de campo con entrevistas en profundidad a distintos actores del ACV, terapeutas, personas que lo han sufrido y sus familiares, para entender bien el problema y las necesidades de la sociedad en relación a este tema", señala.
Una mirada crítica e integral
Bernardita es una egresada orgullosa de la Universidad de Chile, y atribuye a su formación el sello distintivo de su quehacer profesional. "Sobre todo la visión crítica y el criterio que tanto se trabaja en la universidad, el cómo entender a la sociedad, cómo tenemos un rol en ella y analizar los problemas que hay para plantear soluciones", reflexiona. "Esa visión más crítica me fue dando también esa mirada más integral de la salud", sentencia.
Destaca toda la experiencia de su formación en su globalidad. "Cuando uno estudia en la Universidad, está rodeado de grandes referentes, líderes de opinión y personas expertas en diferentes temas", afirma. De esa experiencia rescata el valor de estar en contacto con instituciones de referencia en el país, como el INTA, pero también vincularse con la sociedad, la comunidad y las empresas.
Para Bernardita, el gran desafío en prevención es entender que la salud es una responsabilidad colectiva. "Lo que nos falta en Chile es tomar conciencia que esto no es responsabilidad solo del sector de la salud. La prevención está en manos de toda la sociedad". Y en esa tarea, sigue aportando, desde la trinchera de la nutrición, la docencia y la gestión, con la convicción de que, como aprendió en sus aulas, es posible analizar los problemas y plantear soluciones que transformen vidas.