Profesora invitada a la Semana de la Docencia de la U. de Chile

María Noel: “La universidad pública tiene sentido si se compromete con los territorios y las realidades que la rodean”

Entrevista a María Noel, antropóloga uruguaya.
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“La universidad pública tiene sentido si se compromete con los territorios y las realidades que la rodean”, dice María Noel, doctora en Antropología por la Universidad de la República en Uruguay.

Desde Uruguay, María Noel –antropóloga y docente universitaria– llega a Chile con la convicción de que las universidades públicas latinoamericanas enfrentan hoy el desafío de profundizar su vínculo con los territorios y con las realidades que suceden más allá de sus aulas. Coordinadora hasta hace poco del equipo de Promoción de la Extensión y Actividades en el Medio del Prorrectorado de Extensión y Programas Integrales de la Universidad de la República (Udelar), su trayectoria combina docencia, investigación y una fuerte apuesta por la integralidad.

Durante su participación en el seminario “Alcances y experiencias de internacionalización del currículum y aprendizaje vinculado al medio en la educación superior” de la Semana de la Docencia de la Universidad de Chile, que se realizará los días 28, 29 y 30 de octubre en el Complejo Universitario VM20 (Ramón Carnicer 15, Providencia), María Noel será parte de un equipo académico que busca conocer, dialogar e intercambiar experiencias chilenas.

En esta conversación comparte sus expectativas sobre este encuentro regional, su mirada sobre la extensión universitaria y la necesidad de repensar la producción de conocimiento desde una lógica colaborativa, situada y socialmente comprometida.

—¿Cómo surge su interés por estudiar y promover la extensión universitaria desde una perspectiva latinoamericana?

Si hablamos desde lo personal, yo tengo una trayectoria, desde estudiante, de vínculo con la extensión, haciendo extensión como estudiante universitaria y, posteriormente, una inserción laboral en distintos ámbitos vinculados a la extensión en la Universidad de la República.

Actualmente, trabajo en el Prorrectorado de Extensión y Programas Integrales que, junto con la Comisión Sectorial de Extensión y Programas Integrales, discuten y ejecutan las políticas centrales de extensión e integralidad que aprueba la Udelar. Este espacio viene de un período largo de promoción de las políticas de extensión y, particularmente, en lo que nos estamos concentrando ahora, tiene que ver con las prácticas de extensión curricularizadas; es decir, el vínculo entre extensión y enseñanza.

—Desde su experiencia en la Universidad de la República, ¿qué significa la “curricularización de la extensión” y por qué considera que es un desafío central para las universidades públicas hoy?

La curricularización de la extensión es, por lo menos en el caso de la Universidad de la República —aunque intuyo que es similar en varias universidades públicas de la región—, un esfuerzo por darle un lugar a las prácticas de extensión o vinculación con el medio (como también se le dice en Chile) dentro de la currícula y de la vida cotidiana de los trayectos estudiantiles.

En primer lugar, reconocer que esas prácticas son experiencias de aprendizaje, donde se ponen en juego los saberes que cada uno y cada una tiene en sus carreras y disciplinas. Pero esos saberes se ponen en juego en lugares que son novedosos, que no son los habituales. Entonces, nos vemos enfrentados a otros problemas, a otras necesidades de indagación, de investigación, de problematización; de poner esos saberes en cuestión de alguna manera.

Y, en segundo lugar, que eso sea reconocido como parte de nuestro proceso formativo le da un lugar y un valor que, aunque a veces no tenga el peso que debería, sí existe. Entonces, empieza a verse —o debería empezar a verse— como una opción posible para todos y todas las estudiantes.

—¿Qué experiencias o modelos de curricularización en la región destacaría como especialmente inspiradores o exitosos?

Te podría hablar más específicamente de los de Uruguay, que es lo que conozco de forma más directa y cercana. Una de las herramientas o instrumentos que estamos trabajando en el proyecto que vamos a presentar en la Universidad de Chile indaga, para el caso de Uruguay, en las experiencias de los Espacios de Formación Integral (EFI).

Estos son espacios que, en su origen, tuvieron como objetivo ser instancias donde pudieran conjugarse las tres funciones universitarias: extensión, investigación y enseñanza; el diálogo entre disciplinas y procesos interdisciplinarios. También se busca el diálogo de saberes; es decir, que en esas experiencias podamos, como estudiantes y como docentes, articular de algún modo con otros saberes procedentes de espacios sociales que no provienen del ámbito académico. Este es un objetivo: no siempre todo esto está cabalmente desarrollado, pero sí es un horizonte hacia el cual se apunta.

—En su labor como coordinadora del Área de Promoción de la Extensión, ¿cuáles han sido los principales aprendizajes y obstáculos en la implementación de la extensión dentro del currículo?

Este es un tema complejo para generalizar a nivel de toda la universidad, porque si bien hay algunas cuestiones comunes, también hay diferencias importantes entre facultades. Algunas vienen con una trayectoria histórica en la que la extensión se desarrollaba de forma más habitual, por ejemplo en campos como las ciencias agrarias, entre otras. Entonces, todo el proceso de institucionalización de la extensión pudo apoyarse en prácticas que ya se venían realizando.

En otras facultades, en cambio, el camino para lograr esa integración fue más dificultoso. Una de las dificultades más frecuentes tiene que ver con las temporalidades: un proceso de extensión tiene dinámicas muy distintas a las de un curso convencional. Mientras que los cursos suelen tener un inicio y un fin claro (semestrales, anuales, etc.), con horarios definidos y cargas horarias concretas, los procesos de extensión, al involucrar vínculos con actores sociales, construcción de confianza y trabajo territorial, no responden necesariamente a esa lógica. Se trata de procesos más abiertos, que requieren tiempos y dedicaciones no siempre contempladas en las cargas horarias docentes.

—¿Qué expectativas tiene respecto de su participación en la Semana de la Docencia de la Universidad de Chile y del intercambio con instituciones de la región?

Nos interesa mucho conocer la experiencia de la Universidad de Chile y otras universidades públicas. Sabemos que nuestras universidades son muy hermanas en muchos sentidos, pero también estamos insertas en marcos políticos e institucionales bastante distintos. En lo que refiere específicamente a la extensión, nuestras políticas se despliegan en contextos muy diferentes.

Tenemos mucho interés en este intercambio. Más allá de lo que hemos leído o lo que nos han contado colegas, otra cosa es estar ahí, poder ver, conversar y dialogar directamente con docentes y equipos académicos. Eso nos permitirá identificar tanto los puntos en común como las diferencias. Aunque intuimos que las preocupaciones generales son bastante compartidas, queremos profundizar en esas similitudes y contrastes.

—Finalmente, ¿qué mensaje le daría a las nuevas generaciones?

Siento que estamos en un momento global en el que las universidades, especialmente las latinoamericanas, están siendo golpeadas desde muchos lugares. Por eso, invito a ser parte de estos procesos que nos alimentan, que desafían nuestros saberes y que nos llaman a no reproducir conocimiento, sino a crearlo poniéndolo en juego en espacios sociales nuevos.